viernes, 25 de mayo de 2007

Una nube blanca


Una nube blanca es un misterio: su llegada, su partida, su existencia misma. Una nube blanca existe sin raíz alguna. Es un fenómeno desarraigado, que no se apoya en ningún lugar, o bien se apoya en el no lugar. Pero, aun así, existe; y existe en forma abundante. Toda la existencia es así: sin raíces, sin causalidad, sin causa final; existe. Existe como misterio. Una nube no tiene adónde ir. Se mueve, se mueve para todos lados. Es dueña de todas las dimensiones, así como de todas las direcciones. Nada le está vedado. Todo es, existe, en una completa aceptación. Las nubes no tienen un camino propio: andan a la deriva. Un camino implica llegar a algún lugar. El camino real es un camino sin rumbo. Moverse, pero sin una intencionalidad preestablecida; moverse sin una decisión racional.

Por eso llamo a mi camino El Camino de las Nubes Blancas. Me gustaría que tú también fueras como las nubes blancas que andan a la deriva por el cielo. Van a la deriva; no se dirigen hacia un punto. Dondequiera que estés, ése es el objetivo. El objetivo es cada momento: el trayecto ya es la meta. Transformarse en nubes blancas. Sólo estar allí, no oponer resistencia, no luchar: simplemente gozar de la existencia, celebrar el momento, el placer, el éxtasis de la vida.
Cuanto más orientada hacia una meta sea una mente, más angustia, ansiedad y frustración habrá que soportar pues, cuando uno tiene un objetivo, se mueve con un destino predeterminado. Y el todo existe sin destino alguno, sin dirigirse a ningún lugar en particular; carece de objetivos y de propósitos.
Una nube blanca flota hacia donde el viento la lleve. No se resiste, no lucha. Una nube blanca no es conquistadora, y sin embargo flota por encima de todo. No la puedes conquistar; no la puedes derrotar. No tiene una mente que conquistar: por eso no la puedes derrotar. Una vez que te has fijado un objetivo, una meta, un destino, un sentido, una vez que has entrado en la locura de llegar a algún lugar, entonces surgen los problemas. Y, con certeza, serás derrotado. Tu derrota está en la naturaleza de la existencia misma.
La meta es aquí y ahora. Cuando la meta está en otra parte, la mente inicia su travesía. Entonces, empieza a pensar y así comienza el proceso. Si el futuro está allí, entonces la mente puede fluir, puede encontrar su curso y tener espacio para moverse. Un objetivo implica futuro, y el futuro, a su vez, implica tiempo.
Una nube blanca flota en el cielo, sin tiempo, porque carece de futuro y de mente. Es aquí y ahora. Cada momento constituye la eternidad total. Pero, como la mente no puede existir sin objetivos, sigue creando objetivos. Si los así llamados objetivos mundanos se pierden, la mente crea objetivos religiosos, objetivos de otro mundo. Si el dinero ya no sirve, entonces resulta útil la meditación. Si el as! llamado mundo de la competencia, de la política, ya no sirve, entonces adquiere importancia otro mundo de nueva competencia, de religión, de logros. Pero la mente siempre aspira a encontrar algún sentido, algún objetivo. Y, para mí, sólo puede ser religiosa una mente que no tiene objetivos. Pero eso significa que la mente ha dejado de ser una mente. Piénsate a ti mismo como una nube blanca, sin mente.

Pero no eres consciente, y no puedes serlo, a causa de tener una meta en algún lado, algo que conseguir. A causa de la creación de esa barrera y de la pérdida de lo que eres. Una vez que descubres esto, una vez que te das cuenta, una vez que tomas conciencia de ello, se te revela el misterio más grande de la existencia: que todos somos perfectos. Eso es lo que queremos decir cuando afirmamos que cada uno es Brahma: cada uno es el alma, el alma final, divina.
Los místicos tibetanos, los maestros zen o los derviches sufíes, todos han hablado de las nubes blancas. Las nubes blancas siempre han atrapado al ser interior de mucha gente. Se logra una armonía, según parece, con las nubes blancas. Transfórmalo en meditación y muchas cosas vendrán a ti.
Ésta es la razón por la cual, cuanto más matemático y lógico se torna el intelecto humano, tanto menos abiertas están las posibilidades de éxtasis a la mente humana; tanto menos es posible la poesía. Se pierde el romance; la vida se vuelve fáctica y deja de ser simbólica. Entonces, cuando digo que mi camino es El Camino de las Nubes Blancas, se trata de un símbolo. La nube blanca no está usada como un hecho, sino como un símbolo poético, como un indicio de profunda fusión en lo misterioso y en lo milagroso.
Encuentra la forma en que se mueve tu nube, por dónde navega, y otórgale completa libertad para desplazarse y navegar. Adondequiera que vaya, llegará a lo divino. Simplemente, no luches; flota. No empujes el río; flota con él. Una danza es hermosa, pero debes estar completamente metido en ella: ése es el punto. No rechaces nada; el rechazo es irreligioso. Acepta completamente; la aceptación es una plegaria.
Suficiente por hoy.



Osho...To be continued...

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