lunes, 18 de junio de 2007

Libro del Hombre (1)




No quiero que seas un hombre de negocios, quiero que seas un jugador. Y cuando estés apostando, juégatelo todo. No te guardes nada para después. Entonces, pase lo que pase, te trae­rá grandes bendiciones. Aunque te conviertas en un mendigo, tu ser será mucho más majestuoso que el de un emperador.
La humanidad no puede caer más bajo. Pero ha caído; ha olvidado la risa que tienen todos los niños al nacer; ha perdido el camino hacia el bienestar y la integridad.
La puerta se abre en este mismo instante, siempre en el aquí y ahora, donde se cruzan continuamente la vida y la muerte. Has elegido orientarte hacia la muerte porque les interesa a los que están en el poder, y has olvidado que la vida va pasando mientras te ahogas en la tristeza.Una vez, un discípulo le preguntó a Confucio cómo ser feliz, cómo ser dichoso. Confucio le dijo: «Estás haciendo una pre­gunta muy extraña, son cosas naturales. Una rosa no pregunta cómo ser una rosa.» En lo que se refiere a la tristeza y la desdi­cha, tendrás mucho tiempo cuando estés en la tumba; entonces podrás ser desdichado a tus anchas. Pero mientras estás vivo, es­tate totalmente vivo. De esa totalidad y de esa intensidad surgi­rá la felicidad y, sin duda, un hombre feliz aprende a bailar.

Una rosa es una rosa, no se plantea la cuestión de ser cual­quier otra cosa. Y la flor de loto es la flor de loto. La rosa no in­tenta convertirse en una flor de loto, y la flor de loto nunca intenta convertirse en una rosa. Por tanto, no están neuróticas. No necesitan psiquiatras ni psicoanálisis. La rosa está sana por­que simplemente vive su realidad. Y esto le sucede al resto de la existencia excepto al hombre. Sólo el hombre tiene ideales y de­beres. «Debería ser esto y lo otro»; entonces te divides contra tu propio ser. Deber y ser son enemigos.Y no puedes ser algo diferente de lo que eres. Deja que esto cale profundamente en tu corazón: sólo puedes ser lo que eres, nada más. Cuando te ha penetrado esta verdad, «sólo puedo ser yo mismo», desaparecen todos los ideales. Automáticamente se descartan. Y cuando no hay ningún ideal, te encuentras con la realidad. Entonces tus ojos están aquí y ahora, estás presente en lo que eres. Desaparece la división, la separación. Eres uno.

Renuncia a los ideales: durante unos días sé un ser natural. Igual que los árboles, los animales y las plantas, acepta tu ser tal como es. Surgirá un gran silencio. ¿Cómo po­dría ser de otro modo? Si no hay interpretación, la tristeza es hermosa, tiene profundidad. Entonces, la rabia también es her­mosa; está llena de vida y energía. El sexo también es hermoso porque tiene creatividad. Cuando no hay interpretación todo es hermoso. Cuando todo es hermoso te relajas. En esa relajación vuelves a tu raíz, y eso trae consigo autoconocimiento.

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